¿Cómo percibimos el paso del tiempo?
Tic, tac, tic, tac… El tiempo es tiempo: Pasado, presente y futuro. Todos minutos y segundos, que en diferentes tiempos verbales formaron, forman y formarán parte de nuestra vida. Pero ¿cómo mide el tiempo nuestro cerebro?
El estudio de Ramon Cladellas "El tiempo como factor cultural y su importancia socioeconómica: Estado del arte y líneas futuras" nos desmuestra que nuestra ‘asimilación cultural del tiempo’ tendrá un impacto en cómo lo vivimos. En Occidente vamos a contracorriente, vivimos en una sociedad frénetica.
En las culturas orientales, el tiempo es cíclico. Cladellas afirma que "en el pensamiento hindú y en el budista se considera que cualquier secuencia de fenómenos relacionados de forma causal es siempre completa. Con esta actitud el tiempo deja de tener sentido, pues tanto el efecto como la causa están presentes en la mente. En las culturas orientales se enfatiza aquello que toma contacto directo con el cuerpo y las sensaciones que de ello se desprenden; mientras que en la cultura occidental se enfatiza en los sentidos del oído y la vista".
Sin embargo, hay una afirmación que es común a todos. Facundo Cabral, cantautor argentino, dijo una vez: "Cuida el presente, porque en él vivirás el resto de tu vida". Si hay algo en esta vida que no regresa, eso, es el tiempo. Nunca se detiene. Avanza y avanza. ¿No crees que entonces lo rentable es vivir el momento?
Michael Flaherty, doctor en sociología por la Universidad de Illinois, ha estado estudiando este tema durante más de 30 años. En su estudio, afirma que "prestamos más atención a las circunstancias extrañas, lo cual amplifica la densidad de la experiencia por unidad temporal estándar, y el tiempo, a su vez, parece transcurrir lentamente. Por ello, se ralentiza el tiempo en el que pasan muchas cosas y en casos de aislamiento, en los que nuestra mente trabaja activamente de forma agobiada u obsesiva".
Vivir es sencillamente eso. Estar en el presente. Desde que nacemos tenemos la necesidad de medir la vida por etapas, poniendo un punto final a cada historia, a cada circunstancia, a cada momento. Siempre controlando las agujas. Esa frenética carrera por controlarlo, comprimirlo y/o estirarlo todo.
Nadie se paró a pensar que el secreto de tener una vida plena consiste en tener más comienzos que finales. Bueno David Weinbaum sí, el artífice de esta sabia frase.
Cuando una etapa se cierre, abre otra que te permita vivir las experiencias de ésta. Que te permita aprender, crecer y a veces, hasta volver a nacer. Comprender qué es el tiempo en sí mismo ya es un gran reto.