¿Por qué en los cementerios hay cipreses?

Apuntando al cielo como de una flecha se tratara, se le conoce como el árbol de la vida, pero su presencia es habitual en camposantos. El Ciprés es un árbol sagrado muy común en numerosos cementerios y culturas, gracias a su longevidad y su verdor persitente. Seguro que te has preguntado alguna vez por qué hay cipreses en los cementerios. ¿Por qué? ¿Por qué no se plantan pinos o naranjos? Para ello nos tenemos que remontar a la época de las antiguas civilizaciones griega y romana.
Su forma ascendente y frondosa del tronco encaminaba las almas de los difuntos hacia los cielos. En el cristianismo, siguiendo el simbolismo de inmortalidad, se plantaban en los cementerios para ayudar a las almas en la búsqueda de la vida eterna y la resurrección.
En la mitología griega hay un mito que recibe el nombre de Cipariso ( Ciprés) en la que un joven pro error mató a su ciervo domesticado. Tal fue su pena que le pidió al dios Apolo que lo conviertiera en un árbol ciprés para poder llorarlo eternamente. Desde ese momento, se ha relacionado este tipo de árbol con el duelo de los seres queridos. En la antigua China se consumían sus semillas que contenían sustancia yang para tener una vida más larga.
Larga longevidad. Llegan a vivir más de 500 años y los hay que superan el milenio. Otra de las razones responde a su fácil adaptación al entorno. Se trata de un tipo de árbol cuya hoja es perenne, que evoca a lo eterno y no necesida cuidado especial alguno.
Soporta bien los cambios bruscos de temperatura y no varía en su forma y color (verde oscuro), lo que le convierne en una especie solemne y apropiada para acompañar a un camposanto. Sus raíces crecen en sentido vertical y no de manera horizontal. Esto evita que se destroce el pavimento, las lápices o los ornamentos fúnebres. Asimismo, su altura permite resguardar del viento al cementerio y aportarla la calma que le caracteriza.
Todas estas manifestaciones culturales a lo largo de la historia nos revelan que el ciprés es realmente el árbol sagrado de la vida y la inmortalidad y que no tiene el sentido necrológico que le otorgamos.