Preguntas frecuentes tras la muerte de un ser querido
Como caer en un pozo sin fondo. Una sensación intensa y continua es la que nos produce la pérdida de un ser querido.
¿Por qué me ha sucedido esto a mí? ¿Por qué se ha ido? ¿Por qué ahora?
Injusticia, rabia, angustia, shock y bloqueo. Tendemos a buscar un porqué para comprender lo incomprensible. Ante esta situación son numerosas las preguntas que nos hacemos, intentando buscar el porqué y solucionar nuestras frustraciones, rabia y miedo a la soledad. Un estado que por muy natural que sea, no deja de ser desconocido y único para cada persona.
¿Lo superaré algún día? ¿Cuánto tiempo dura esto?
El tiempo y la superación depende de nosotros, de las circunstancias personales, del modo en que sucede esa pérdida, de la relación con esa persona... Pero sin duda, todo está en nuestras manos, en nuestra fuerza interior por nadar pozo arriba y ver de nuevo la luz.
¿Necesito ayuda psicológica?
Los expertos afirman que lo sano es estar mal durante el período de duelo. Expresar y rememorar al ausente de manera constante. Durante ese tránsito, se vive un torbellino de emociones. Las etapas son:
- Etapa de la negación
- Etapa de la Ira
- Etapa de la negociación
- Etapa de la depresión
- Etapa de aceptación
¿Volveré a ser como antes?
No. Cuando alguien cercano se va, se lleva consigo una parte de nosotros dejando vacía esa parte social que compartimos con esa perdona durante determinado tiempo. Todo ello constituye un aprendizaje que se traduce en un compromiso mayor con la forma de ver y vivir la vida.
¿Me olvidaré de cómo era su voz, su cara, su forma de ser?
Durante el proceso de duelo, nos empeñamos en mantener vivo el recuerdo a través hechos cotidianos (no mover los objetos de su casa tal y como lo dejaron, no tirar su ropa, etc.)
El cariño y el afecto que teníamos hacia esa persona nadie podrá arrebatárnoslo, ni siquiera el tiempo. El recuerdo es algo que siempre permanecerá. Es obvio que con el paso del tiempo ese recuerdo no sea tan nítido y vayan saltando dudas. Pero es algo que nunca se marchará y esa es la idea concluyente con la que debemos quedarnos.
¿Qué hago con sus cosas?
Hay perspectivas extremas. Hay quienes optan por deshacerse de todo para mitigar el dolor mientras que hay otras personas que deciden conservar todo de la misma manera en que esa persona lo dejó antes de marcharse. En cualquier caso, esa persona no ha aceptado la ausencia. Podemos guardar las cosas de más valor sentimental para después recordarlas con cariño y afecto, ir distgribuyendo poco a poco las cosas de lugar.
En definitiva, los cambios bruscos nunca fueron buenos Todo tiene su tiempo.